Estaba yo, allí;
Sentado cómo siempre
mirándote, oliéndote, queriéndote.
Y tú, tú tan esquiva cómo sueles hacerlo siempre.
Yo, anhelando atraparte entre mis manos y que seas sólo para mí.
Mi hermoso amanecer, sé que eres el instante más maravilloso, cuando dos de tus astros se dan la mano, y también sé, que duras muy poco. Por esa simple y sencilla razón, es que te quiero sólo para mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario