24 de marzo de 2015

Él solo buscaba algo interesante

Cuando miras al rededor de ese parque ves algo a lo lejos que logras identificar y por supuesto es él, que camina hacia ti y tú piensas -es él y su cuerpo, su rostro, su manera de caminar que lo hace tan particular, es imposible no reconocerlo- quizá te parezca hermoso; cuando lo ves puedes tener una visión bella y fugaz que de un momento a otro se mezcla con la gran masa de rostros y luces, es ahí, cuando desesperas, buscando entre la cantidad de gente, de un lado a otro y no lo encuentras; su maravillosa apariencia se a difuminado como un par de estrellas.
Quedas ahí sentado, en ese lugar esperando que a los pocos instantes vuelva a aparecer, miras de un lado a otro y lo único que consigues es ver un tumulto de gente desconocida, ¿Qué cómo se llama él? No lo sé, eso solo lo sabe él y creo que a veces hasta se olvida de eso.
Es como si cada paso que da, cada rayo de sol, cada gesto, todo hiciera un conjunto real y grotesco.
Su belleza tan efímera a veces parece liberarlo mientras otras veces parece atarlo; no le gusta que nadie se le acerque y para ser alguien cercano a él, tienes que hacerle sentir que él está seguro, tampoco confía en mucha gente, su único confidente es un ser inerte: su almohada. 
Todo el que cree conocerlo en realidad a sido engañado, ni él mismo se conoce, se ahoga en su propio engaño, todo esto es una historia más, como la enorme sonrisa de Demi Lovato con otras mil versiones.
Él solo busca algo interesante, agradable, que lo complete, por eso anda en constante desplazamiento. Varias veces se ha preguntado -¿Y por qué no conoces gente?- -las personas no miran más allá de sus propios ojos, no me entienden-, el único que lo entiende es él mismo y su almohada que lo acompaña a todo sector donde va.
Yo sólo lo quiero conocer y quiero saber más del misterio que es él, pero él se basa en que nadie lo conozca, quizá sólo pertenece a mis sueños y por eso nadie lo conoce, hasta ese puede ser el verdadero misterio.

Una gran experiencia

Yo; estaba mirando el cielo que pintaba un día bastante soleado, pero con algunos destellos de color gris -que decían; ¡va a llover!- , a raíz de eso esperé un corto tiempo sentado en el sofá de mi casa,  para al final nunca suceder lo dicho. Así que decidí ir a casa de Alex, a eso de las 3:00 de la tarde; abordé el vehículo que me llevaba hasta la casa de él. Ya estando allá, nos vimos, nos abrazamos y nos besamos, para luego ver unas películas muy buenas; al transcurrir el día, veíamos que se ponía cada vez más obscuro y nosotros sin mucho qué hacer, entonces fue en ese mismo instante cuando nos miramos fijamente para ponernos de acuerdo e ir a el supermercado y comprar una botella de alcohol cubierta con papel dorado -Ups! ¿en qué lugar la vamos a beber?-, le dije, a lo que él me anunció, que fuéramos un parque cerca, nos fuimos caminando; llegamos y el sitio era muy bonito, con algunas rosas rojas, girasoles, juegos, su césped estaba tan verde que brillaba y además de eso estaba un poco húmedo, también había un par de niños con sus respectivos padres y sus mascotas. 

Nosotros nos sentamos en una silla de ese gran parque mientras hablábamos y mirábamos a nuestro bello alrededor, apreciando la naturaleza, nos estábamos fumando un par de cigarros y para relajarnos más, decidimos acostarnos en el pasto húmedo, para un rato después ver que los niños, adultos y sus mascotas, ya no estaban. Abrimos la botella de vino tinto que compramos para embriagarnos esa noche, trago va, trago viene y Alex ya estaba poniéndose cachondo, -no puedo negarlo, ¡Yo también!-, estábamos solos en ese vedado, ebrios y fogosos. 

Nos empezamos a besar, a tocar, a decir cosas sucias; de un momento a otro, él se montó encima mío para seguir en nuestro "ritmo salvaje", seguíamos tocándonos, besando y de pronto ¡¡PUFF!! fuera ropa; follamos una dos y tres veces, eramos dos almas agradecidas y felices, para terminar esa bella noche, nos quedamos observando el cielo que alguna tarde estaba tan soleado.